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sábado, 9 de agosto de 2008

CULTURA Y LENGUA

Autora: MARTHA ALICIA LOMBARDELLI
Año: 2006-2007
A partir del texto de Rodolfo Kusch, investigamos el tipo de relación que nuestros alumnos de la materia Teoría de la Práctica Artistica podían implementar exitosamente en sus experiencias de trabajos en los barrios. Dicho trabajo constituye una síntesis de los principales núcleos temáticos desarrollados en las clases y puestos en acción en la comunidad. Conociéndolos, el alumno contaría con un soporte teórico –entre otros- que favorecería la generación de relaciones intersubjetivas en las distintas instituciones elegidas para implementar el trabajo de extensión: escuelas de distintos niveles y ONGs. La modalidad de trabajo de extensión ya tenía varios años de implementarse -gracias a una feliz idea de la profesora Titular de la cátedra, Lic. Mónica Caballero, constituyendo una experiencia valiosa para los alumnos.
Esto posibilitó que se llenaran los requisitos para concursar en el Programa lanzado por Ministerio de Educación de la Nación, a través de la secretaría de Políticas Educativas, y culminar en el concurso ganado y subsidiado, -más de una vez- por dicho programa del voluntariado. La actividad se implementó y se conoció con el nombre “LOS ARTISTAS VAN A LOS BARRIOS”

Palabras claves:
Lengua- habla - cultura- discurso - antidiscurso

Algunos conceptos introductorios que facilitan la compresión del tema:

Por “estructuralismo” comenzó a entenderse en lingüística un cuerpo de doctrina y método que, además de la noción de estructura y sistema aplicados al lenguaje y al principio formalista, se apoyaban en los siguientes postulados fundamentales:
a) en el estudio del lenguaje debe distinguirse la norma colectiva (“lengua”) del acto individual (“habla”);
b) también debe separarse el estudio de un estado de lengua (“sincronía”) del de los procesos evolutivos (“diacronía”);
c) igualmente hay que tener presente la distinción entre lo que es la manifestación fónica de un signo lingüístico (“significante”) y el contenido semántico de éste (“significado”).

Cultura y lengua
Vamos a ir analizando el pensamiento de Rodolfo Kusch para llegar a entender la relación que establece entre la cultura y la lengua.
Kusch se pregunta:

¿Existe una cultura americana? para responder a esta pregunta podríamos seguir la vía de la investigación científica.
Desde una determinada ciencia podríamos intentar averiguar si existe algo así como una cultura diferente a otras culturas.
Si seguimos el camino de la investigación científica, surgen nuevas preguntas. Sabemos que las ciencias son especializaciones.

• ¿qué significa afirmar que las ciencias son especializaciones? Pues que necesitan recortar la realidad para abordarla, recortan un aspecto del todo;

• ¿qué ciencia debemos elegir? ¿qué criterio aplicar para elegir una ciencia?

• ¿Podría ser la lingüística, la sociología, la antropología o la historia?

• ¿Además, tiene que ser necesariamente una ciencia? ¿ o más de una ciencia?

• Kusch dice “cada ciencia se constituye construyendo su propio objeto.”

• ¿Qué quiere decir construir su propio objeto?

• ¿Cómo opera la ciencia? ¿que significa decir ésto?

Más allá del lo que proyectamos como objeto de conocimiento, está la ´cosa en sí´ -dirá Kant-; ´lo transobjetivo´ -dirá Nicolai Hartmann. Con estas categorías se están refiriendo a aquello que no podemos convertir en objeto de conocimiento. Kusch aludirá a “lo que nos trasciende” y que cualquier pregunta que interrogue por esta ámbito recibirá la respuesta de su cultura.
Esto hace que, justamente a partir de los aportes del filósofo Kant, no tenga respuesta en el ámbito de la ciencia. Pero, por estar presente en la cultura, impregna todo los discursos de los sujetos existenciales; los hablantes.
Es lo que el autor definirá como el antidiscurso, aquello que le da sentido a los sujetos culturales. Lo no dicho en el discurso pero que todos ya sabemos.

Volviendo a la ciencia: enumeremos algunas de las características propias de ellas ciencias siguiendo la descripción del epistemólogo argentino Mario Bunge en su libro La ciencia, sú método y su filosofía.
1. El conocimiento científico es fáctico: parte de los hechos los respeta hasta cierto punto, y siempre vuelve a ellos.
( sin embargo: ) “las ciencias fácticas tienen que mirar las cosas y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas deliberadamente para intentar descubrir en qué medida sus hipótesis se adecuan a los hechos.”

2. No siempre es posible, ni siquiera deseable, respetar enteramente los hechos cuando se los analiza, y no hay ciencia sin análisis, aun cuando el análisis no sea sino un medio para la reconstrucción final de los todos.
Ningún científico aprehende su objeto tal como es, sino tal como queda modificado por sus propias operaciones.

1) Una consecuencia del enfoque analítico es la especialización. Como la especialización tiende a estrechar la visión del científico individual, dice Mario Bunge -con cierto humor-, que el único remedio que ha resultado eficaz contra la unilateralidad, es una dosis de filosofía
2) Después de leer lo anterior vamos comprendiendo por qué dice Kusch que la ciencia no nos sirve para contestar aquella pregunta.
3) La ciencia no piensa –afirmaba Martín Heidegger sin querer ofender a los científicos. La ciencia opera: pone ante sí aquello que puede convertir en objeto de conocimiento.
4) Además, dice Rodolfo Kusch, la ciencia conlleva la praxis de ella misma; su utilización, su aflicción, su operatividad.
5) ¿Qué quiere decir con esto? Que la ciencia no nace en el vacío; tampoco opera sin un objetivo determinado. Leemos: “la ciencia como determinación de objetos, como descubrimiento de leyes del universo (Kant), es un hallazgo de Occidente dentro de un proyecto político del propio Occidente.”

Recordemos el concepto de pro-yecto que analizara Casalla y que, ahora nos va a servir acá perfectamente para entender cómo una forma simbólica como la ciencia, no es ajena y responde, en su modalidad, a la cultura que la engendra.
La situación es proyecto: alude, por un lado, a lo que es, a lo que está, por otro, a lo que es necesario hacer nacer, -como nuevo- en lugar de lo dado.
yecto : lo dado, arrojado.
pro : forma prefija, de pro, hacia adelante, en lugar
de, en vez de, etc.

La necesidad del conocimiento nace del proyecto y no a la inversa y el proyecto nace de una visión totalizadora, que tenga presente la totalidad cultural; de un pensar que trasciende el pensar de cálculo propio de la ciencia.
Por lo tanto, la ciencia que conocemos, la ciencia de Occidente, nació de un proyecto que –tal vez- no coincida con el proyecto nuestro.
De hecho, no coincidió, y es a partir de esa tesis que Rodolfo Kusch nos invita a reflexionar. La filosofía –dice Kusch- da una visión totalizadora porque ella piensa aquello que gravita en los problemas que nos afectan. . Es a partir de ese pensamiento que Kusch considera que aún no está dada la ciencia que explique nuestra realidad latinoamericana.

Ejemplo:
El intento de querer conocer la cultura aymará a partir de un estudio de la lengua aymará. Desde la lingúística (especialidad científica) se podría conocer la estructura de esa lengua, pero -dice Kusch- es muy posible que desde ella, desde la ciencia -como la ciencia explica y predice-, sólo se pueda predecir su extinción. Teniendo en cuenta la relación entre la lengua y la cultura, estaríamos prediciendo la extinción de una cultura, la aymará.
Sin embargo, en la medida en que nos hacemos cargo del sentido que habita la lengua, nuestra conclusión inevitablemente será otra, porque estaremos hablando - ya no meramente de una lengua-, estaremos refiriéndonos a una cultura.
Me remito a lo que afirmaba Heidegger:
“En efecto, las palabras y el lenguaje no son, en absoluto, cápsulas en que las cosas se empaquetan para el comercio del que habla y escribe. para nosotros, las cosas sólo llegan a ser y son en la palabra, en el lenguaje”.

Nosotros podríamos agregar -para comprender eso del sentido- algo que encontramos en un texto que se considera destinado a los niños:
“- cuando yo uso una palabra –dijo Humpty Dumpty, en tono algo despectivo-, esa palabra significa exactamente lo que yo decidí que signifique... ni más ni menos.
Donde la afirmación nos remite a dos cosas simultáneamente: la palabra puebla el mundo de significados, por un lado; y, cuando una determinada cultura lo hace por encima de las otras, e impone sus significados, ejerce un poder de avasallamiento. Ejemplo: la conquista de América.

Benjamin Lee Whorff (1956) afirmaba que la lengua no es un sistema meramente reproductor para expresar ideas, sino que más bien es un conformador de ideas, un programa y guía para la actividad mental del individuo, para su análisis de las impresiones, para su síntesis del stock mental en circulación. el lenguaje, las palabras, albergan las maneras de entender las relaciones temporales y espaciales de una cultura e incluso las relaciones de causa a efecto.
Al analizar la metafísica de una comunidad hopi, encuentra clasificaciones ocultas, que funcionan subterráneamente en la lengua, y se sienten más que se comprenden. El autor denomina este tipo de clasificación criptotipo, al cual define como “un significado sumergido, sutil y elusivo que no corresponde a ninguna palabra real, pero que el análisis lingüístico muestra que es funcionalmente importante en la gramática.”

Lo que estos autores afirman nos remite al sentido de una cultura, y ésta remite a una estrategia política, la cual responde a un determinado estar. Lo que la cultura instala, la esencia de los ámbitos del hombre, de la historia, el arte, la poesía, el lenguaje, la naturaleza, el o los dioses, es inaccesible a las ciencias.
Cassirer llama pregnancia simbólica a la impotencia constitutiva –así la define-, que condena al pensamiento a no poder jamás intuir una cosa “objetivamente” sin integrarla de modo inmediato en un sentido. Observaba Cassirer que esa impotencia es el reverso de un inmenso poder: el de la presencia del sentido.
Las cosas son símbolos en tanto conservan la coherencia de la percepción, de la conceptualización, del juicio o del razonamiento mediante el sentido que las impregna.
Podemos agregar que también la coherencia de la representación artística nace del sentido que la impregna.
En este momento haremos un alto para diferenciar significación y sentido; para ello debemos distinguir: fin, estructura y valor:
Significación: cuando el sentido del objeto (o sea, lo delimitado como tal) es definible; hablamos de significación cuando el objeto (o sea, lo delimitado como tal) se relaciona con un fin o una estructura.

Objeto relacionado con un fin = Significación

Objeto relacionado con una estructura = Significación

Entendemos por sentido lo que carga al objeto con un plus que no es definible; cuando se relaciona al objeto ( o sea, lo que delimitamos como tal) con un valor.
Objeto + valor = sentido

Volviendo a lo que dice Rodolfo Kusch, predecir la extinción de un idioma conlleva la idea de que estamos hablando de una cultura que posee ese idioma, y que, por analogía con estudios realizados acerca de ciertos grupos étnicos, deducimos que es una cultura en extinción.
La extensión que adquiere la deducción al abarcar, no sólo el idioma, sino también la cultura, nace de la importancia de la lengua como lugar que alberga los sentidos de una cultura. Pensemos la gravedad que significa que un científico pronostique que una cultura está en vías de desaparecer.
Esto nos lleva al tema del sujeto cultural y el sujeto científico:
Estamos analizando algo, para ello nos ubicamos en el lugar del sujeto científico, pero, ¿cómo y cuando se constituyó este sujeto científico?
Habíamos dicho que, tanto el objeto de conocimiento como el sujeto de conocimiento, se constituyen en la relación de conocimiento.
Dice Rodolfo Kutch que, en la medida en que aún no hemos realizado la reflexión filosófica que nos de el sentido de lo que necesitamos como sujetos culturales, el lugar de sujeto científico que asumamos será el sujeto científico ya constituido por la cultura de Occidente. Incluso si apelamos a criterios provenientes de otras ciencias, como ser la sociología, la historia o la antropología para arribar a una conclusión, siempre estaremos asumiendo el lugar de no-sujeto cultural. ¿Por qué? Porque el sujeto científico se da inserto en una cultura. Además, porque sólo con criterios provenientes de las ciencias, es muy difícil poder afirmar algo acerca de una determinada cultura.
Kusch antepone a cualquier enfoque científico, la importancia de una reflexión filosófica acerca de la política que se da una comunidad en su intento de sobrevivir. Acá, la palabra política tiene el sentido que le dio como "estrategia para vivir”. ¿Por qué la necesidad de un pensar filosófico?
La apelación al pensamiento filosófico tiene su fundamento en que: el fin de la filosofía, como la religión y el arte, no es alejarse de lo público, de 'lo vulgar' hacia la zona de lo intelectual, lo exquisito sino buscar en lo común, en lo compartido, en 'lo profano' el sentido de lo cotidiano.
Lo científico supone la delimitación de un objeto, su descripción y el descubrimiento de sus leyes. A su vez, sabemos que el conocer tiene un sentido teleológico. No podemos pensar que el conocimiento científico sea por el conocimiento mismo. Se busca conocer para un fin determinado. Y lo que es más importante aún, el conocer no es independiente del hacer.

. En el caso de nuestra cultura, Kusch dice:
Antes de considerarnos sujetos científicos debemos plantearnos, desde la filosofía, en tanto pensar más abarcador que las ciencias: ¿por qué implementar una ciencia y no otra?
Debemos destacar que el sujeto científico determina objetos y eso siempre se hace desde un proyecto político. Lo que le planteamos a la ciencia es que necesita estar respaldada por un pensar totalitario, en el sentido de abarcador del todo, un pensar existencial.

Detrás del lenguaje está quien lo habla. El habla se da en un clima existencial. El habla hace referencia a un sentido que antes de hablar ya conocen aquellos que hablan un determinado lenguaje. Es un sentido compartido que trasciende lo que se dice. Recordemos los criptotipos de Whorff . Lo que se dice en un enunciado podría ser distinto a lo factual. El habla es infundada, no hay un fundamento dado. Se funda en el existente que lo habla y éste, en la cultura.

Dice Émile Benveniste:
"Lo que se puede decir, es lo que delimita y organiza lo que se puede pensar.
La lengua proporciona la configuración fundamental de las propiedades reconocidas por el espíritu a las cosas.
Ningún tipo de lengua puede él mismo y por sí mismo ni favorecer ni impedir la actividad del pensamiento. Pero la posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad del lenguaje, pues la lengua es una estructura informada de significación, y pensar es manejar los signos de la lengua." Cuando Aristóteles enuncia sus categorías:
substancia (algo es), cantidad, cualidad, relación,
lugar, tiempo, acción, pasión, posición, estado,
está enunciando la totalidad de los predicados que pueden afirmarse del ser. Lo cual quiere decir que está enunciando las categorías de la lengua en que piensa y con las cuales organiza la realidad.

Volviendo al texto de Kusch, leemos:
“por eso antes de hacer un trabajo lingüístico, a nivel científico, tendría que hacerse una ontología del lenguaje, es decir, una reflexión filosófica sobre el lenguaje mismo.
Se trata de ver a través del lenguaje qué pasa con el hombre que lo habla. Ahí el problema trasciende lo científico y abarca una totalidad”.

Cuando rastreamos el sentido de una cultura encontramos que en el proceso del habla hay siempre un referente anterior al acontecimiento; tiene que ver con el “estar”, con lo que “es costumbre”, con lo “yecto” que analiza Casalla cuando habla del proyecto.


Autores mencionados:

Aristóteles.
Benveniste, Émile.
Casalla, Mario.
Cassirer, Ernst.
Heidegger, Martín.
Kusch, Rodolfo.
Whorff, Benjamin Lee

domingo, 3 de agosto de 2008

LA MUJER EN LA OBRA DE EUGENIO CAMBACERES, ESCRITOR DE FINES DE SIGLO XIX (1843-1888)

PROGRAMA IBEROAMERICANO DE ESTUDIOS
SOBRE IMAGINARIOS – IDEI- I º Encuentro de Investigadores del Programa IDEI- 22,23 y 24 de noviembre de 2006 La Plata- Argentina


Tomamos arbitrariamente, la imagen de mujer que, -finalizando el siglo XIX- aparecía en la obra de uno de los escritores de mayor nombradía que inauguró la novelística en la República Argentina. Me refiero a Eugenio Cambaceres, representante de la corriente literaria naturalista y reconocido como exponente inconfundible de la “generación del 80”
Dice Francine Masiello: “En la Argentina de esos años, el discurso liberal se reformula para explicar la problemática de la modernidad en relación con el trabajo y el vicio. Aquí el protagonista es el dinero, su cómplice la mujer. Los textos canónicos de la generación del 80 –pienso en las novelas de Cambaceres, Martel, y Sicardi– ya representan la «maldad» femenina ligada con los cambios sociales de la modernidad. Temerosos de la mujer independiente, de la que defiende sus derechos al trabajo, al cuerpo, y al placer, los intelectuales de la generación del 80 forjan un discurso sobre los excesos femeninos, sobre el delito de la prostitución, y el cáncer de la delincuencia. De ahí que el cuerpo de la mujer moderna ocupe un lugar en los textos como objeto de las fantasías paranoicas de una clase dirigente amenazada; también se le designa como fuente de la mentira y de la productividad textual.1”


Antes de continuar debo decir que su libro Sin rumbo es el testimonio de la visión que mi antiguo profesor de filosofía – Ezequiel de Olaso- presenta en “Notas para una discusión sobre la cultura del ochenta” : “pensar que la élite ilustrada de la generación del ochenta se dio como proyecto hacer de la Argentina una nación moderna y rica, es una simple fantasía.” Ese proyecto -según de Olaso- no existió nunca.
En particular, la forma de vida del protagonista de Sin rumbo como el de Potpurri
(Potpourri Silbidos de un vago / 1882



En el cap. III de esta novela, hay una descripción de un desilusionado . Primeros párrafos:

“Llevado por mi carácter habitualmente jovial, preparábame a pasar un buen rato encarando a la humanidad por su lado alegre y ridículo, cuando de súbito se produjo en mí uno de esos cambios bruscos que inconscientemente suelen experimentar los hombres que, habiendo agotado la vida, mucho han gozado y también mucho han sufrido.
El recuerdo del placer que empalaga y del dolor que harta, trae aparejado un desencanto profundo y, como consecuencia de él, se despiertan sentimientos de perversidad que espantan y producen el horror de uno mismo, luego que la ofuscación pasa.
Hallábame en uno de esos momentos fatales; el demonio de la murmuración aguijoneaba mi espíritu.
Sentía despertarse en mí, viva, punzante, la índole del mal; hubiera llegado hasta clavar mis dientes para desgarrar con ellos la blanca túnica de la virgen, y, al través de esa verdadera rabia de dañar que me asaltaba, todo me parecía revestir las formas más odiosas.”

Esta forma de sentir -muy parecida a distintos personajes de la literatura de la época-, pareciera dar argumentos a favor de la ausencia de ese proyecto de país. Más bien se evidencia una generación que piensa en sí misma, en sus intereses de clase

Eugenio Cambaceres, perteneció a una familia adinerada, dueña de tierras. Estudio en el Colegio Nacional, se graduó en la Facultad de Derecho, fue diputado de la ciudad de Buenos Aires y luego elegido diputado nacional. Murió en Francia a los 45 años.

Con sus obras se inicia el naturalismo en la Argentina. Corriente ésta que despertó encendidas polémicas para terminar imponiéndose sobre la novela romántica. Se puede decir que el naturalismo argentino adoptó más los mecanismos y las técnicas zolianas que sus objetivos fundamentales. Zola atacaba a la clase dirigente de la burguesía francesa en cambio los naturalistas argentinos terminaron por defender la clase dominante a la cual pertenecían.
Los cultivadores de esta corriente literaria en Argentina son, por lo general, miembros de la burguesía más conservadora y conciben sus creaciones como una vía más de canalización de su ideología política. El debate naturalista sobre la adecuación del individuo al medio sirve aquí para reavivar viejas polémicas locales, como la contraposición entre americanismo y europeísmo o entre civilización y barbarie, que había planteado Sarmiento tiempo atrás.

El grupo de escritores conocido hoy en día como Generación del 80, fecha alusiva a la federalización de Buenos Aires y la consiguiente ciudad nacional Los miembros de esta generación pertenecen a la alta burguesía criolla, son de ideología conservadora y fieles seguidores de la cultura y las modas europeas. Su pensamiento se nutre a partes iguales de los aportes de los teóricos positivistas del viejo continente y de los intelectuales argentinos de la época anterior, como Echeverría, Alberdi o Sarmiento.
De hecho, en los tratados teóricos y en las obras de creación de estos hombres del 80 se desarrolla con cierta amplitud la mencionada dicotomía sarmientina civilización/barbarie. y se identifica habitualmente esta última instancia con la gran masa de población inculta, que no tiene capacidad de pensar ni de decidir por si misma.

En el libro de Cambaceres, Sin rumbo, aparecen tres imágenes de mujeres, las cuales intento mostrar a partir de las palabras que utiliza el escritor. Como dice Georges Duby: “Para mí lo importante es la imagen que proporcionan de una mujer y, a través de esa imagen, de las mujeres en general, la imagen que el autor del texto se hacía de ellas y que quiso entregar a quienes lo escucharon”
Es evidente que el autor reduce la mujer a su cuerpo; la mujer es un cuerpo cuya finalidad es la de excitar visualmente al hombre. La mujer es un objeto de placer:
“La limitación estrecha de sus facultades, los escasos alcances de su inteligencia incapaz de penetrar en el dominio profundo de la ciencia, rebelde a las concepciones sublimes de las artes; la pobreza de su ser moral, refractario a todas las altas nociones de justicia y de deber; el aspecto mismo de su cuerpo, su falta de nervio y de vigor, la molicie de sus formas, la delicadeza de sus líneas, la suavidad de su piel, la morbidez de su carne ¿no revelaban claramente su destino, la misión que la naturaleza le había dado, no estaban diciendo a gritos que era un ser consagrado al amor esencialmente, casi un simple instrumento de placer, creado en vista de la propagación sucesiva y creciente de la especie?)

Marieta Amorini :
Cambaceres la introduce describiendo su aparición espectacular:
“Era la prima donna, la célebre Amorini que triunfalmente hacía su entrada envuelta en pieles y terciopelo.”
No nos interesa saber si es extranjera o nativa, como mujer-objeto, impondrá la moda entre ciertas mujeres de la alta sociedad.
“Alta, morena, esbelta, linda, sus ojos hoscos y como engarzados en el fondo de las órbitas, despedían un brillo intenso y sombrío; el surco de dos ojeras profundas los bordeaba revelando todo el fuego de su sangre de romana. Desnuda, se adivinaba en ella la garra de una leona y el cuerpo de una culebra.”
La descripción avanza sobre las manos y los pies de la prima donna.
Me detengo en estas descripciones porque ellas referencian los distintos tipos de mujer que el autor pone en la novela.

“(...) y le alargó la mano, una mano cargada de sortijas, afilada, carnosa, suave.”
“Los ojos de aquél se detuvieron entonces en el pie de la prima donna, cuyos dedos se dibujaban calzados por los dedos de seda de la media, en la inflexión elegante de su pierna, a la vez esbelta y gruesa, que el recogido de su pollera de Aída descubría hasta más arriba de la rodilla.”

Donata:
La otra mujer que aparece en Sin rumbo, será Donata, la “chinita”. Ella, como la tierra, es cálida y está destinada a dar vida, para la sobrevivencia de la especie.
Cito nuevamente:
“El óvalo de almendra de sus ojos negros y calientes, de esos ojos que brillan siendo un misterio la fuente de su luz, las líneas de su nariz ñata y graciosa, el dibujo tosco, pero provocante y lascivo de su boca mordiendo nerviosa el labio inferior y mostrando una doble fila de dientes blancos como granos de mazamorra, las facciones todas de su rostro, parecían adquirir mayor prestigio en el tono de su tez de china, lisa, lustrosa y suave como un bronce de Barbedienne!.”

Es evidente la transferencia de lo que el protagonista siente a la descripción de esta mujer. La anterior descripción era distante, fría, a pesar de la relación amorosa que el personaje mantiene con la cantante de ópera.
La descripción de Donata, en cambio, está cargada de la sensualidad que nace del deseo del protagonista.
El autor pone en boca del mayordomo Villalba –figura mediadora entre el patrón y los peones- las siguientes palabras caracterizando la clase de mujeres a la que pertenece Donata:
“Si estas, patrón, son como hacienda, (...) conforme cualquiera las atropella, ahí no más se echan”

Andrea
Hay una tercera mujer, Andrea. Leamos cómo describe el efecto que produce esta mujer en el protagonista:
“Ella, en fin, su genio bienhechor, la hechicera cuyo mágico poder de encantamiento había tenido el prodigioso don de transformarlo, de convertir sus odios en un amor infinito, amor a los hombres, a los animales, a las cosas, a él, al mundo, ¡a todo!”

Esta mujer/niña nacida de la violación de Donata por parte del protagonista, encarna al ángel bueno o la hechicera benévola que opera la conversión del mal en bien.
La mirada positiva que observamos sobre esta mujer, no es ajena al hecho de que Andrea sea la hija del protagonista; además, el bien que prodiga Andrea no es intencional, ya que, si así fuera, se le estaría otorgando una subjetividad, la cual en toda la novela es monopolio del hombre.

Conclusión
Me he detenido a analizar las tres imágenes de mujer presentes en esta novela del siglo XIX porque aparecen al interior de una corriente literaria -el naturalismo-, que recién se instala en nuestro país, dejando atrás la novela romántica. Además pertenecen a un autor que se considera el fundador de ese tipo de novela si bien no deja de ser una copia de la novela naturalista francesa de Zola.
Esas imágenes presentan contornos esquemáticos, reducidos y parciales. En sus descripciones observamos que la minuciosidad desplegada en la generosa descripción del protagonista, disminuye intencionalmente cuando se refiere a personajes femeninos.
Transcribo un párrafo en el que el autor se expresa acerca del protagonista:
“Abandonado Andrés a su negro pesimismo, minada el alma por la zapa de los grandes demoledores humanos, abismado el espíritu en el glacial y terrible “nada” de las doctrinas nuevas, prestigiadas a sus ojos por el triste caudal de su experiencia, penosamente arrastraba su vida en la soledad y el aislamiento.”
Por eso mismo esas imágenes de mujeres no llegan a referenciar un ser humano-sujeto-femenino, un par del ser humano-sujeto-masculino.
Este tipo de percepción y descripción de los personajes femeninos podríamos decir que es muy parecido o que expresa muy pocas variaciones en otros escritores de la época.
En casi todos ellos está presente un pensamiento positivista que, por su acentuada valoración de lo racional, lo mensurable, lo verificable, tendrá en menos los sentimientos, los pensamientos religiosos que nacen de las creencias, las intuiciones y los impulsos que de ellos nacen. Todo eso que es considerado como ininteligible es lo que caracterizará el género femenino.

No obstante ser un caso singular, el de Eugenio Cambaceres, considero que me permitirá tener un punto de partida para el siguiente estudio de la imagen femenina perteneciente ya a la literatura del siglo XX en la Argentina. Me refiero a la obra de Manuel Gálvez: Nacha Regules,


Bibliografía y notas aclaratorias
1) Masiello Francine: Voces de(l) Plata: dinero, lenguaje y oficio literario en la literatura femenina de fin de siglo. .En AAVV: Mujeres y cultura en la Argentina del siglo xix. Ed Feminaria Editoria. 1994. pág. 39
2) Cfr.: de Olaso, Ezequiel en La Argentina: del Ochenta al Centenario (comp.), Bs.As. Sudamericana 1980, p.697
3) Cambaceres, Eugenio: (Potpourri Silbidos de un vago / 1882 Fuente: Tercera edición, Librería Española y Americana, E. Denné, París, 1883. Cap.III
4) Ver Nota al final
5) Cfr. Mujeres del siglo XII de G. Duby.
6)Cambaceres, Eugenio (1883): Sin rumbo. Editorial Beybe. Bs. As. 2º ed. 1944,pág.130
7) ob.cit. : pág. 53 , ss.
8) Op. cit. pág. 25


NOTA
Características que identificaron a la “Generación del 80”:
En lo económico, la inserción de nuestro país en la división internacional del trabajo a partir de la producción de materias primas y alimentos y la importación de la mayor parte de los productos elaborados que se consumían en el mercado interno. En lo social, el tratar de cambiar usos nativos a través de la inmigración de mano de obra y tratando de europeizar nuestras costumbres. En lo político, la conformación de un estado moderno a partir de instituciones a imitación de la Europa de fin de siglo con el propósito de ofrecer garantías a los capitales extranjeros que invertían en nuestro país. Por otra parte Europa tiene necesidad de colocar un excedente de producción y de población, asimismo necesita de alimentos y de materias primas. Para asegurar la ansiada meta del progreso, los distintos sectores le atribuían a la educación una relevancia singular queriendo alfabetizar a la masa de argentinos que vivían bajo un índice de analfabetización extraordinario, pero más necesaria fue la educación de la elite dirigente que debía pasar por la universidad si quería acceder a una posición destacada dentro de la carrera política para alcanzar el poder. Esta generación aprendió que la libertad individual era el valor supremo que el Estado debía defender y que el librecambio comercial era el sustento de toda política económica, pero no advirtió que esa libertad era privilegio de los fuertes y en la Argentina los fuertes no fueron precisamente los nativos, que el librecambio solo servía para consolidar al capital extranjero y que los sagrados derechos y garantías eran solamente excusas para amparar a las compañías extranjeras cuando buscaban eludir los impuestos nacionales o no querían someterse a las leyes justas de la Nación. La ideología que adoptó esta generación fue el reflejo de los sentimientos e intereses de los terratenientes, su gobierno fue el gobierno de los selectos y de los iluminados. Bajo su influjo Buenos Aires dejó de ser la gran aldea para transformarse en una urbe cosmopolita de carácter, como ya dijimos, europeizante ya que la educación universitaria a la que nos referimos anteriormente tenía que venir de Londres y Paris. El positivismo fue su filosofía: orden y progreso. Este lema, que se lo debemos a Comte, fue la bandera de su accionar. Progreso significó crecimiento y modernización. Orden consistía en crear las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse el pueblo para permitir la proyección del progreso sin pausa.
La segunda mitad del Siglo XIX trae el triunfo del capitalismo industrial y con ello el aumento de la demanda de materias primas. La mejora en los transportes permiten el traslado de millones de inmigrantes que van a satisfacer la creciente demanda de mayor producción. En este mundo de progreso y cambio se inserta la Argentina a través de la expansión de su producción agropecuaria produciéndose entonces el fenómeno de un extraordinario crecimiento en su economía pero para ello fue preciso conquistar la Pampa Húmeda expulsando al indio y sometiendo todo el territorio nacional a la voluntad del gobierno central, de esta manera indios y gauchos fueron sacrificados en beneficio del sistema. La riqueza generada se derrocharía en la construcción de palacios, monumentos y lujo a la europea.
Esta generación fue un fenómeno cultural trascendente, fruto de la política educacional liberal, querido y logrado por un plan meditado. Sus hombres oscilaban en los 30 años de edad en consecuencia no habían vivido la época del federalismo. Conocieron como una única realidad nacional la de los gobiernos liberales posteriores a Pavón y se formaron en los Colegios Nacionales lo que les permitió pertenecer a los grupos privilegiados convirtiéndose en ilustrados a la europea y aptos para integrarse a la política, a la burocracia y al ejercicio de las profesiones liberales ocupando los mejores cargos. Sin trabas morales para sus ambiciones dejaron de lado los principios éticos de sus antecesores y las costumbres tradicionales creando un nuevo estilo de vida, aprovecharon los empréstitos, los juegos de la Bolsa, el hipódromo y los naipes, que se hicieron sus costumbres y le otorgaron dinero fácil que les permitió acceder al despilfarro, a las viviendas más suntuosas, a la vestimenta europea y gozar de todos los lujos.
Con ellos comenzó la corrupción fenómeno nuevo en el país, salvo algunos pocos casos anteriores. Esta generación fue ajena al sentir nacional, inescrupulosa, dilapidó la riqueza de la Nación empobreciendo al país y exaltando como únicos valores culturales los propios de Europa, logrando también imponer en el país el respeto sagrado al capital extranjero.