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miércoles, 7 de mayo de 2014

Narrativa y temporalidad .Función de lo simbólico ante la muerte

Narrativa y temporalidad

Leo un artículo[1]de mi ex profesor  de Estética,  Mario Presas y encuentro el fundamento de la narrativa  -acción humana- ligada con la temporalidad.

El texto  escrito en memoria de Paul Ricoeur y publicado en  Revista de Filosofía y Teoría Política. 2005, Nº 36. rescata de su posición ante la muerte lo siguiente:

“ Según Ricoeur, Heidegger se  planta demasiado abruptamente en la existencia; en cambio, dice, el descubrimiento de  nuestro ser requiere el largo rodeo de los símbolos, las instituciones, la memoria….  Aun la muerte no es entendida como un suceso exterior. El morir permanece interno a la vida. Antes que “ser para la muerte”, como en el filósofo alemán, Ricoeur dice: “ser hasta la muerte” (l’être jusqu’à la mort), desear permanecer vivo hasta la muerte; hay que pensar la mortalidad misma sub specie vitae y no sub specie mortis, (…)”

Para un espacio como nuestra Revista Literaria creo que interesa leer cómo se relaciona   la Literatura y la vida hasta la muerte, según el pensamiento de Paul Ricoeur

“Ahora bien, en el largo trecho que va del existir como uno (cualquiera) al yo propio, caigo en la cuenta de que soy en el mundo con los otros –me encuentro con un mundo ya interpretado por las costumbres, los usos, y sobre todo por el lenguaje, que nos trasmite secretamente una concepción de la vida y del mundo: cada lengua habla un mundo, más exactamente, como dice George Steiner, “Hablamos mundos”. Así, pues, al caer en la cuenta de que estoy viviendo “anónimamente”, como “todo el mundo”, como “la gente”, como “uno” actúa, como “se” habla, debo intentar recuperarme a mí mismo en propiedad,  contar lo que soy: esta identidad narrativa que voy siendo.”

Y agrega Mario Presas:
“Esto refuerza la sospecha de que la actividad narrativa, ineludible acompañante del hombre en la aventura de la existencia -es decir, el mito, los relatos, tanto en la crónica histórica como en la narrativa de ficción, desde los cuentos de la abuela hasta las narraciones de Borges-, no son simple adorno de la vida, entretenimiento, sino el modo más apropiado en que el ser humano da (se da) cuenta de su propia temporalidad e historicidad. “ (…)
En el mundo de “la gente”, encontramos también historias, textos, de los que nos apropiamos en el acto de leer. La primera función de la lectura consiste en sustraer al hombre de la caída en el anonimato, en el unoimpersonal, creando una distanciación que posibilita explicitar la suerte de ser en el mundo desplegado delante del texto. El mundo del texto es, en definitiva, una trascendencia en la inmanencia de las estructuras lingüísticas; dicha trascendencia, por más fantasiosa que sea la fábula, la trama, no deja de ser una variación imaginaria de la realidad en la que el lector entra mediante otras tantas variaciones imaginarias de su ego. Leer consiste en una experiencia de pensamiento por la cual nos ejercitamos en habitar mundos extraños a nosotros mismos. Así, pues, la acción de contar, sobre todo si se manifiesta en una obra literaria de ficción, es una suerte de laboratorio experimental que reproduce y anticipa las opciones de la existencia real y de ese modo predispone para la decisión moral. Es el modelo de aquella identidad propia de que hablábamos, entendida como un modo de existir que se sostiene en el ser como se mantiene la palabra, la promesa, en virtud de la fidelidad. (El hombre es el único animal que puede prometer, Nietzsche).


[1] Presas, M. A. (2005) Ser hasta la muerte: Notas in memoriam de Paul Ricoeur (1913-2005) [En línea]. Revista de Filosofía y TeoríaPolítica, (36). Disponible en:
http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.636/pr.636.pdf